Descripción
PROGRAMA DE ITINERARIOS CULTURALES «MADRID, CIUDAD PROGRESIVA»
Con el programa «Madrid, ciudad progresiva» nos proponemos rastrear historia, arte, cultura, geografías urbanas y humanas, presentes y pasadas, de nuestra ciudad.
Madrid es un poliedro de muchas facetas y, para conocerlo, es necesario desglosarlo por épocas, por barrios, por lugares representativos, y lo haremos progresivamente.
Medina emiral, villa cristiana, capital de Habsburgos y Borbones, ciudad castiza y moderna, poblada por los genios del Siglo de Oro o de las generaciones del 98 y del 27, alzada en armas el Dos de Mayo.
Madrid es tan diversa que para referirnos a ella hablamos aún de «los Madriles».
Una urbe reinventada tantas veces que hay que tomarla por partes para comprenderla, ese es nuestro objetivo con este programa.
Puede descargar el dosier general de este proyecto de Vademente cliqueando AQUÍ para conocer más.
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LA MONTAÑA DEL PRÍNCIPE PÍO. LA TERCERA COLINA DE MADRID
Madrid fue fundado sobre dos colinas, pero hay una tercera colina más periférica, más anónima para la historia y durante mucho tiempo más aislada.
Se trata de los antiguos Altos de San Bernardino, después llamada montaña del Príncipe Pío desde que pasó a manos del italiano Francisco Pío de Saboya, príncipe de San Gregorio.
A favor de esta tercera colina podemos decir que es más alta que sus hermanas, en demérito, que no fue elegida como lugar de asiento de la futura ciudad, pero no por ello quedó marginada de su historia.
En 1463 Enrique IV fundó a sus pies, junto al Manzanares, el monasterio jerónimo de Santa María del Paso. La humedad del lugar motivó su traslado en tiempos de los Reyes Católicos. Mutó el lugar, y cambió el nombre por el de San Jerónimo del Prado.
Tiempo después, en aquellas laderas ribereñas, se edificó el palacio de La Florida. Su historia arranca del siglo XVII y, tras pasar por varias manos, fue adquirido por Carlos IV en 1792. Se engrandeció dotándolo de jardines aterrazados, que serán el germen del futuro Parque del Oeste, el mejor jardín de tipo inglés de la ciudad.
La Florida ostentó la condición Real Sitio, pero de aquel magnífico conjunto nada queda excepto una ermita. Se trata de San Antonio de La Florida, situada junto al río, que conserva los magníficos frescos que Jovellanos encargara a Goya.
Goya volvería a esta colina para dejar testimonio de los fusilamientos de la madrugada del 3 de mayo en una de sus pinturas más valientes e icónicas. La memoria de los patriotas de aquella jornada aún persiste en el escueto cementerio donde fueron inhumados sus restos.
Al lado de este camposanto está la Escuela de Arte Francisco Alcántara. Ocupa el lugar y las instalaciones de la Real Fábrica de porcelana y cerámica de la Moncloa, continuadora de aquella del Buen Retiro fundada por Carlos III y destruida por Wellington.
El resto del siglo XIX vino a terminar de transformar la montaña. Mientras Francisco de Paula, el más pequeño de los hijos de Carlos IV y María Luisa de Parma, transformaba la vieja posesión real en parque público, se segregaba su parte más alta para comenzar a construir el barrio de Argüelles.
En su cima se celebraron ferias agrícolas y finalmente se levantará el Cuartel de la Montaña, lugar de sublevaciones militares y ahora asiento de un templo egipcio procedente de Nubia, el de Debod.
Los pies de la colina cederían su espacio a los trenes procedentes del Norte que llegaban a una de las primeras estaciones ferroviarias de un Madrid cada vez más industrial. La vieja ribera se pobló de modernas casas que desdibujaron el perfil afable de los cartones de Goya.
Poco a poco aquel lugar, inmediato pero aún virgen, iba transformándose en parte de la ciudad. Sin embargo, aún conserva un alto valor paisajístico, e incluso podemos evocar los perfiles de la ciudad que conoció el genial aragonés y que representó en sus obra.
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