Imago Regis IV, los retratos reales del Prado
El Retrato Real en el siglo XIX
Les proponemos una serie de visitas con un tema transversal por la colección del Museo: el retrato regio.
La Colección Real española fue una fuente abundantísima que alimentó las colecciones de El Prado desde su origen. Entre aquella miríada de excelentes pinturas abundaban las correspondientes a un género encargado de dar imagen a la figura vertebral del Estado: el rey.
El retrato real, la imago regis, es algo más que una obra de arte. Podríamos volver la vista muy atrás, hasta las estelas de Ur-Nanshe, de Naram-Sin o de Hammurabi, o a las colosales estatuas de Ramsés II, en todas ellas la Imago Regis se ofrece como un híbrido entre lo político y lo teológico.
Alejandro, Octavio Augusto, Trajano, Adriano o Justiniano son ejemplos griegos, romanos o bizantinos más cercanos a nuestra cultura, pero igualmente representativos del poder del estado.
La Monarquía Hispana no fue ajena a este código representativo del poder, por ello, en El Prado, el retrato real compone uno de los apartados más interesantes y brillantes de la pinacoteca. Tras ellos están las firmas de Tiziano, de Velázquez, de Goya, de algunos de los grandes maestros de la pintura.
Las academias de bellas artes marcaron el ritmo del arte oficial en la Europa del siglo XIX.
Un tiempo de revoluciones que ponían en solfa los códigos de poder del Antiguo Régimen. Ante esta debacle y este progreso, la presentación del rey debía acomodarse a las nuevas formas del Estado, pero su sentido comenzaba a diluirse.
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