La obra aparece mencionada por primera vez en el palacio del infante Don Luis en Boadilla del Monte. Poco más se sabe de su procedencia, pero nuevamente estamos ante una receta magistral que tuvo amplia repercusión entre discípulos, seguidores y copistas para alimentar la demanda del mercado.

Ejemplares literales, en cuanto a la solución de las figuras y actitudes de María y Jesús, son los conservados en la parroquia de El Muyo (Segovia) y el del Museo de Filadelfia, atribuido al “Maestro del follaje bordado”.

Ninguno de estos casos tiene la maestría técnica ni las sutilezas pictóricas que nos ofrece Weyden. De hecho, en ninguna se arriesga a especular con el fondo, la luz, el espacio, el volumen, reduciéndose a insertar la imagen sobre un paño dorado o un paisaje. Sin embargo, si mantienen la relectura moderna que, de esta tipología de Vírgenes entronizadas, hizo el maestro flamenco.

En este sentido, inspiradas en este tipo de Weyden podríamos encuadrar la Virgen con el Niño del llamado “Maestro de don Álvaro de Luna” del Prado, o la tabla de la Capilla de los Condestables de Burgos, que nos ofrece, además, una aproximación al aspecto del tríptico original del que pudo formar parte nuestra obra.