La Virgen con el Niño, Roiger van der Weyden, Museo del Prado. Vademente

ROGER VAN DER WEYDEN

VADEMENTE EN EL MUSEO DEL PRADO

HERENCIA Y SÍNTESIS

Roger van der Weyden fue clave en el desarrollo e internacionalización de la nueva pintura flamenca. Hijo de un cuchillero de Tournai, Henri de la Pasture, comenzó su aprendizaje en el taller local de Robert Campin en 1427, obteniendo la maestría en 1432.

Si Robert Campin y los hermanos van Eyck fueron los pioneros de aquel ars nova, veraz y realista, que fue la pintura flamenca del siglo XV, Van der Weyden será su heredero común.

Aunó el volumen escultórico de Campin con la elegancia, el refinamiento y la minuciosidad de van Eyck. Esta síntesis sería sólo el fundamento de un estilo personal que tendrá gran influencia en la pintura flamenca y una enorme demanda internacional.

La Piedad, Roger van der Weyden, Museo del Prado. Vademente
La Crucifixión, seguidor de Roger van der Weyde, Museo del Prado. Vademente

UN ESTILO PROPIO

Roger van der Weyden sometió a sus obras a una reducción a lo esencial que rompía con la tendencia al abigarramiento y la confusión expositiva propia del Gótico anterior.

Por ello, sus composiciones tienden a ser sintéticas y claras, superando la complejidad, por ejemplo, de “Los Desposorios de la Virgen” de su maestro Robert Campin, conservada en El Prado y contemporánea del paso de Weyden por su taller.

Las figuras son tratadas de manera naturalista, pero sometidas a un cierto hieratismo, un delicado tratamiento lineal y una contención decorosa de las emociones que les otorga un extraordinario valor introspectivo y una profunda dimensión espiritual.

Estos modelos clásicos de Weyden, influirán en todos los pintores posteriores, incluído su propio maestro, Robert Campin, como es evidente en el San Juan o la Santa Bárbara del Tríptico Werl conservado en El Prado.

El virtuosismo, de estética cortesana, y lo anecdótico fueron limitados en pro de una concepción más monumental, concentrada y elocuente del concepto expresado en la obra. El delicado, grácil y fraccionado mundo de “La Fuente de la Gracia”, del taller de Jan van Eyck, contrasta con la poderosa síntesis de “El Descendimiento” de Weyden.

El resultado de todo esto, otorgó a sus obras un elegante dramatismo contenido, con una vibración emocional desconocida en sus predecesores.

Esta expresión humanizada del drama sacro inducía al espectador a un sentimiento de piedad, de espiritualidad sensible e íntima, adecuado a la corriente contemporánea llamada Devoción Moderna.

El Descendimiento, detalle, van der Weyde, Museo del Prado. Vademente
La Piedad, detalle, Roger van der Weyden, Museo del Prado. Vademente

EL MAXIMUS PICTOR

Weyden se instaló en Bruselas en 1435 y fue nombrado pintor de la ciudad en 1436. Representó a un nuevo tipo de pintor burgués y ciudadano. Empresario próspero, inversor y socialmente comprometido, atendió encargos grandes y pequeños, de príncipes, nobles, eclesiásticos o burgueses, compatriotas o foráneos. Sin embargo, no se ligó a ninguna corte ni a comitente alguno.

En el año jubilar de 1450 Weyden viajó a Roma. Su estancia en Italia influyó en su obra posterior, en la que aparece, por ejemplo, el recuerdo de Fray Angélico. 

Roger había ganado prestigio en su tierra como retratista . Los retratos de los duques de Borgoña, Felipe «el Bueno» y Carlos «el Audaz» , son un buen testimonio de sus capacidades en este género.

Su reputación se extenderá a Italia y, poco antes de su regreso a Flandes, al servicio de Lionello d’Este, dejará también excelentes retratos en la corte ferraresa.

Por todos estos méritos, Nicolás de Cusa lo calificó de maximus pictor y Bartolomeo Fazio lo incluirá en su “De Virus Illustribus”.

La Piedad, detalle, Roger van der Weyden, Museo del Prado. Vademente
El Descendimiento, Roger van der Weyden, Museo del Prado. Vademente

WEYDEN Y ESPAÑA

España reconoció también su genio, especialmente por las cualidades religiosas mencionadas de sus imágenes. Originales y copias de sus obras inundaron el país influyendo en nuestros pintores y en el gusto pictórico hispano.

Juan II de Castilla adquirió un excelente tríptico para la cartuja burgalesa de Miraflores. El Tríptico de San Juan podría proceder de la sevillana cartuja de las Cuevas. La Capilla Real de Granada guarda obras atribuidas a Weyden procedentes de la colección de Isabel I.

Pero será Felipe II quién atesore algunas de sus obras maestras, como “El Descendimiento” de Prado o “El Calvario” de El Escorial

El interés del coleccionismo moderno por su obra facilitó la dispersión y pérdida de muchas de las conservadas en España.

El Prado, como receptor de la Colección Real y de legados particulares, conserva algunas de sus pinturas más relevantes, especialmente «El Descendimiento», una obra maestra de la producción del pintor y de la historia de la pintura en general.

Texto extraído a partir de La Guía Oficial del Museo del Prado

Autor del texto original y actual: D. Blanca. Profesor de Vademente

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