Descripción
San Lorenzo el Real del Escorail fue la tumba que ofrreció un hijo a su padre, un rey a un emperador, Felipe II a Carlos V.
Pero aquella gran fábrica, la mayor empresa arquitectónica de la Monarquía Hispánica, era algo más que un cenobio panteón, era la síntesis del concepto del Estado de Felipe II, la piedra angular de una nueva era encabezada por monarquía universal del Rey Católico, señor de medio mundo.
Les proponemos conocer juntos, este sillar perfecto apostado en las laderas del Abantos. Contenedor, en su hermética forma, del ideario político, religioso y cultural de su fundador, y del principio esencial de la legitimidad dinástica. Una arquitectura abstracta , sin concesiones, conformada a partir de modelos antiguos y modernos, émula del Templo de Salomón, ritmada por cadencias y armonías basadas en el número y la proporción aurea. La que fuera llamada la octava maravilla del mundo.
Nos acercamos al monumento entendiéndolo como un conjunto, no sólo en si mismo, también en el espacio que lo rodea. Felipe II «construyó» un contexto natural, un microcosmos, para enmarcar aquella obra ejemplar, para rodearla de naturaleza montaraz y preservar las soledades propias de una casa jerónima y de recogimiento. Una dimensión imprescindible para entender la magnitud de la obra.
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