Descripción
CARTONES PARA TAPICES
GOYA EN EL PRADO
Goya llegó a Madrid en 1775. Su cuñado, Francisco Bayeu, bien asentado en la Corte, le recomendó para pintar cartones para la Real Fábrica de Tapices.
Hasta 1780 trabajó sin salario fijo, cobrando por cada cartón que entregaba. Ese año lograba la condición de académico de San Fernando, y seguirá realizando cartones, contratado por la Real Fábrica, hasta 1792, cuando ya era pintor del rey Carlos IV. Durante ese tiempo, Goya creció, prosperó y sembró su fama, Los cartones son una pieza angular de ese proceso que alumbró el nacimiento del Goya cortesano, ilustrado y madrileño.
De modo que, pintor de cartones, no fue una anécdota en su carrera, más bien todo lo contrario. Fue una vía crucial de acceso a la corte de Carlos III y a los príncipes de Asturias, el futuro Carlos IV y su consorte María Luisa, que más tarde serían los clientes más importantes del pintor.
Entre 1775 y 1792 Goya diseñó siete series de cartones para tapices destinados a El Pardo y El Escorial, todas ellas representadas en las colecciones del Museo. El número de series y el tiempo dedicado abundan en el interés que tiene este segmente de su obra, generalmente menos atendido o considerado menor.
Los primeros encargos, estuvieron bajo la supervisión de Francisco Bayeu, pero su talento le permitió pronto empezar a crearlos de su invención. Es en ese momento cuando estos cartones se elevan a otro nivel.
Abandona los temas tradicionales, introduce el humor, los personajes locales, como majos y majas, petimetras y gitanos e, incluso, las reflexiones sociales propias de un pintor ilustrado. En paralelo, aumentaba la complejidad de la composición. Goya avanza en sus propuestas más que ningún otro pintor. Las figuras interactúan con más naturalidad, las composiciones se enriquecen y la paleta es más variada y refinada.
Unas aplaudidas libertades creativas que contravenían, sin embargo, las limitaciones impuestas a los pintores de cartones, por parte de la Fábrica.
Efectivamente, contemplando los cartones de Goya en el Museo del Prado es fácil olvidar su función decorativa original, e incluso el poco valor que se otorgaba al cartón propiamente dicho. Pero hemos de considerar que, el pintor se asentó en la Corte mientras pintaba cartones, entró en la Academia de San Fernando mientras pintaba cartones, se relacionaba con el Estado o la nobleza ilustrada mientras pintaba cartones.
Es decir, Goya creció como pintor pintando cartones que, poco a poco, se fueron transformando en algo más. En verdaderas series narrativas, con complejas composiciones y gran variedad de personajes, capaces de expresar conceptos e ideas con una paleta rica, refinada y una pincelada absolutamente creativa.
Los tapices que se tejieron sobre ellos son mucho menos conocidos. Es irónico que la situación se haya invertido, pues en la época de Goya los cartones se consideraban de escaso valor, y su ejecución, un trabajo modesto.
Los de Goya se almacenaron enrollados en la Real Fábrica, desde donde en 1858 se trasladaron al Palacio Real. Allí los descubrió, en 1870, Gregorio Cruzada Villaamil, y poco después pasaron al Museo del Prado. Posteriormente esa colección se ha ido agrandando hasta constituir un extraordinario y excepcional fondo, tanto por su propia naturaleza de arte efímero como por su magistral autoría. Uno de los conjuntos más valiosos y menos conocidos de la Colección del Museo del Prado y de la obra de Goya.
VISITAS EDUCATIVAS AL MUSEO DEL PRADO
En Vademente entendemos que la docencia se ejerce también más allá del aula, por lo que nuestras visitas educativas son parte esencial de nuestras propuestas.
¿Cuántos museos hay en Madrid? ¿cuántos conoce? Lo más importante, en realidad, es saber ¿cuánto hemos aprendido visitándolos?.
Para Vademente, un museo es, ante todo, un espacio de enseñanza, de estudio y de conocimiento. Los museos son los herederos del “Museion” de Alejandría, la casa de las Musas a donde se iba a aprender artes y ciencias.
Por ello, diseñamos nuestras propuestas considerando que cada museo es un aula. Que cada clase en sus salas es una posibilidad de aprender en contacto directo con aquello que nos interesa.
El Museo del Prado es una de las pinacotecas más importantes del mundo. Quienes realizamos nuestra labor docente en Madrid tenemos el privilegio de poder explicarlo poco a poco, por partes.
Esto nos permite proponer recorridos transversales, por temas, por escuelas, por maestros, por épocas; y, además, hacerlo en grupos pequeños para facilitar el trabajo de análisis, observación e intercambio entre participantes y profesor.
Esta es nuestra propuesta: extraer del Museo todos los contenidos posibles. Hacerlo con calma, por partes, en grupos pequeños, priorizando la calidad y el aprendizaje.
Limitando el número de participantes a 7, más el profesor responsable, favorecemos que la actividad sea más cómoda y más personalizada. Pretendemos facilitar, además, la participación, el análisis colectivo, la observación detenida y el intercambio, actividades propias del trabajo docente que en una visita multitudinaria no tienen cabida.
También evitamos el límite de tiempo concedido a los grupos, siempre compuestos por nueve o más personas. De este modo, podemos ampliar nuestra visita hasta dos horas para realizarla con calma y sin presión.
Al no conformar un grupo también podemos dar libertad a cada participante respecto a la forma de ingreso. Muchas personas tienen descuentos, por distintas circunstancias, o incluso gratuidad, que entrando como grupo no son computables.
Por ello, en estas visitas para grupos reducidos, no incluimos la entrada y cada participante puede acceder como más conveniente sea en su caso.
Hemos convocado una serie de visitas repetidas sobre un mismo contenido, pero en caso de que la demanda de una actividad fuera alta, organizaremos más visitas en otra fecha. Para ello generaremos una lista de espera en la que el turno será el del momento de recepción de la inscripción.
Nuestro punto de reunión será, consecuentemente, dentro del Museo. En concreto en la Sala de Las Musas, un espacio renovado hace unos años para funcionar como gran punto de reunión y vestíbulo del Museo.
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