Descripción
EL CONDADO DE ARAGÓN, EL NACIMIENTO DE UN REINO
En la antigua Jacetania, al pie de Somport, se formó un condado que fue el germen del Reino de Aragón.
Jaca fue su primera capital. En torno a ella se fundaron los santuarios sacralizadores de la joven monarquía: San Juan de la Peña, Santa Cruz de La Serós o San Pedro de Siresa.
El arte de prestigio de aquel nuevo reino fue el Románico, que aquí levantó algunas de sus obras pioneras y más sobresalientes de España.
Un Románico con sello regio que convivía con otro más rural y de raigambre hispana: el extraordinario conjuntos de las iglesias del Serrablo.
La expansión al sur fue rápida y, en 1096, los aragoneses lograban conquistar la primera ciudad andalusí: Huesca.
Esta nueva capital también cató del Románico. San Pedro el Viejo, el Palacio Real y las cercanas iglesias de Murillo de Gállego o Agüero, son excepcionales testimios de esa llegada del norte al sur.
En realidad, la primera ciudad conquistada había sido Barbastro, en 1064, pero se perdió pronto y no fue recuperada hasta 1101.
También el Románico hizo su aparición por estas tierras del Somontano, pero en la catedral de Barbastro, como en la de Huesca o en la colegiata de Bolea, serán el Gótico y el Renacimiento los nuevos aires artísticos que darán forma al prestigio del Reino, cuando Aragón ya era una potencia indiscutible.
Y por fin, siguiendo el cauce del Gállego, las huestes de Aragón pusieron sitio y tomaron a la que terminaría por ser su capital, la ciudad más importante de la Marca Superior de Al Ándalus: Zaragoza.
La Corona de Aragón comenzaba a tomar forma, y la presencia de mudéjares y el prestigio del arte andalusí, favorecieron el relevo en las artes.
El Románico se iba diluyendo en un estilo híbrido al que llamamos mudéjar, que terminaría por asumir igualmente al Gótico y al Renacimiento.
El condado y el primer reino quedaron en las montañas como un recuerdo vetusto y heroico.
La Corona de Aragón, tras tanta conquista y expansión, elevó a aquel reino a potencia política, militar y económica de Occidente.
Finalmente, junto a la Corona Castellana, constituyó el germen de la actual España.
Una comunidad política nueva que se cerraba cuando el Reino de Navarra, origen del condado de Aragón, también se unió.
UN ITINERARIO VADEMENTE
Nuestro itinerario es un viaje por la historia, un recorrido por el arte, un relato de cómo nacimos y de dónde venimos como colectivo histórico, una propuesta que va más allá de un mero “viaje”.
Nos referimos con ello al hecho de que, casi todo en estas tierras, tiene un carácter de germen, de ser origen de elementos constitutivos de lo porvenir.
Este itinerario es clave en la historia del arte Románico español en todas sus fases, conservando alguno de los mejores monumentos europeos de este estilo.
Es Camino de Santiago, y por tanto está inserto en los hilos de comunicación que tejieron cultural e ideológicamente la Europa medieval y moderna.
Contiene claves esenciales de nuestra historia, con el mismo carácter fundacional que Asturias o León tienen para la Corona de Castilla. Casi podríamos establecer un paralelo entre Jaca y Oviedo, Huesca y León.
Y algo que no es menos importante, los escenarios naturales de este paisaje de historia y arte son algunos de los más bellos y sobrecogedores de nuestro país. Un ingrediente imprescindible en la construcción de los mitos.
En Vademente, fieles a nuestra filosofía de trabajo, hemos argumentado cada día como un acto del discurso que iremos construyendo para, parte a parte, comprender el todo.
Siete actos a los que hemos llamado:
CRUZADA / LA TIERRA NUEVA / LA FRONTERA SUR / GUERREROS, REPOBLADORES Y TRASHUMANTES / LA CIUDAD DE REY / SANTUARIOS / EL SUR: LA CONQUISTA Y LA CORONA
CRUZADA
En 1063, el pontífice Alejandro II, llamaba a Cruzada a los reinos de Occidente para asistir a Sancho Ramírez, segundo rey de Aragón, en el sitio de Barbastro. Aquella fue la primera Cruzada.
Barbastro fue tomada, el primer gran triunfo expansionista del nuevo reino, pero poco después se perdió. Finalmente, en 1101, Barbastro pasó definitivamente a manos aragonesas.
Esta ciudad, capital vinícola del Somontano, es una joya poco conocida de Aragón. Sin embargo, su patrimonio es excepcional,
LA TIERRA NUEVA
Huesca, y su comarca, fue verdaderamente la primera pica plantada en el sur por los reyes de Aragón, tanto como para convertirse en la nueva capital del reino.
La ciudad guarda de aquellos tiempos buenos ejemplos románicos, como San Pedro el Viejo, con su excepcional claustro, y los restos del Palacio Real, ahora Museo de Huesca.
Su centro histórico aún conserva el urbanismo arracimado en torno a un cerro de la vieja ciudad andalusí. En su parte más alta se yergue la magnífica catedral gótica que guarda un excepcional retablo de Damián Forment.
LA FRONTERA SUR
Desde los tiempos de Sancho el Mayor de Pamplona, verdadero urdidor del nacimiento de la España medieval, aquí se levantó una línea de defensa consolidada por potentes castillos. El de Loarre es el más imponente de todos, y el mejor castillo románico de toda Europa.
En una zona dominada por formaciones geológicas extraordinarias, como los Mallos de Riglos, se reparten iglesias románicas, como las de Agüero y Murillo de Gállego, y otras a caballo entre el Gótico y el Renacimiento, como la Colegiata de Bolea.
GUEREROS, REPOBLADORES Y TRASHUMANTES
Los pasos de montaña de los Pirineos, en el viejo territorio del condado Aragonés, fueron explorados por los romanos y luego consolidados por los peregrinos compostelanos.
El río Gállego es una columna vertebral de nuestro itinerario porque lo fue de las conexiones históricas entre las comarcas de montaña y la tierra llana del sur, hasta llegar al Ebro cerca de Zaragoza.
Entre Huesca y Sallent de Gállego, atravesando la Sierra de Guara, llegaremos al impresionante valle de Mena.
Zonas aseguradas por las armas, repobladas por gentes del norte y del sur, lugar de trasiego de ganados, mercancías y personas. Su legado más excepcional es el conjunto de las llamadas “iglesias del Serrablo”
En estos pequeños templos se funden el Románico más primordial con los atavismos hispanos procedentes de la tradición visigoda y andalusí maridados por los repobladores mozárabes.
LA CIUDAD DEL REY
Jaca primero fue una pequeña capital condal. Ramiro I la elevó a corte de su naciente reino. Su hijo, Sancho, le dio fuero en 1077, el padre de los fueros navarros y aragoneses posteriores, y la ciudad creció con una planimetría ejemplar.
Sancho logró del papa Alejandro II el recocimiento de su reino, y entonces comenzó la construcción de una catedral dedicada a San Pedro dominando el creciente caserío de la ciudad. La primera gran catedral románica hispana.
Junto a este excepcional monumento está el Museo Diocesano, uno de los más ricos por su patrimonio románico del país.
SANTUARIOS
La Peña Oroel tiene cierto aire épico que se presta a motivar los mitos y las leyendas.
Quizá por ello, en su entorno, se encuentran algunos de los santuarios más importantes de aquella naciente monarquía: San Juan de la Peña y Santa Cruz de la Serós.
Nuevamente es el mejor Románico el que sirvió para expresar el prestigio de aquel reino. En ambos casos, nos encontramos ante dos obras maestras que maridan arquitectura y escultura, y nos permiten conocer la llegada, recepción y desarrollo de aquel nuevo lenguaje plástico llamado a representar a la primera Europa moderna.
Enfrente, en los Pirineos, entre los valles de Hecho y Ansó, dos de las poblaciones más pintorescas de Aragón, se levanta otro monasterio imprescindible: San Pedro de Siresa, donde pasó sus mocedades el futuro Alfonso I, conquistador de Zaragoza.
EL SUR: LA CONQUISTA Y LA CORONA
De nuevo el río Gállego nos llevará hasta el final de nuestro itinerario, las tierras llanas y áridas de los Monegros y el valle del Ebro dominado por Zaragoza, la capital de la Corona de Aragón.
La conquista fue rápida cuando estuvo al frente del reino Alfonso I el Batallador.
Según se avanzó hacia el sur todo fue cambiando. La masa poblacional del reino andalusí de Zaragoza era de tal número, y las tierras conquistadas tantas, que sólo cabía la asimilación.
Los argumentos de prestigios que ofreció el Románico en la formación del reino al norte, pronto se fueron mezclando con las formas andalusíes.
En Barós y en Apiés aún veremos nuestros últimos ejemplos románicos.
Pero en la iglesia de Zuera ya está la génesis del nacimiento del mudéjar aragonés, cuando el Románico aún determinaba las estructuras, pero iba siendo flexible en las formas.
La de San Mateo de Gállego ejemplifica la evolución de este nuevo lenguaje asumiendo ahora la aportación del Gótico.
Terminaremos en Leciñena, otra digna heredera del mudéjar aragonés que, sin embargo, se transformó en gran templo renacentista bajo la influencia de una capital, Zaragoza, que se había convertido en una de las grandes capitales artísticas hispanas en el siglo XVI.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.