Descripción
EL PASEO DEL PRADO. EL PROYECTO ILUSTRADO DE CARLOS III
Pocos proyectos urbanos han sido tan fecundos para Madrid como el de Carlos III para reformar el Prado Viejo de San Jerónimo.
Desde los tiempos de Felipe III, el Prado Viejo fue lugar de galanteo, de ir a ver y a ser visto, de pasear por las umbrías riberas del arroyo Valnegral.
La intervención carolina urbanizó aquel espacio periurbano. Soterró el arroyo, pavimentó sus vías, reordenó espacios y arboledas formando avenidas adornadas con fuentes monumentales.
El resultado fue un espacio urbano social, moderno, racional e integrador. Su ejemplaridad terminaría, finalmente, proyectándose en el desarrollo posterior de la ciudad.
Pero Carlos III no sólo transformó el espacio, insertó en él un “barrio” completo dedicado al progreso científico bajo los presupuestos del ideario ilustrado.
El Paseo era un continuo de instituciones dedicadas a la Astronomía, la Medicina, la Física, la Química, la Botánica, concluyendo en una Academia científica con museo incluido.
El Prado no sólo era un elegante escaparate, sino la integración en la sociedad de una ideología en la que las ciencias eran la clave del progreso social y económico.
Entre el Cerro de San Blas y Cibeles, esta “colina de las ciencias” fue el espacio donde convivieron los genios neoclásicos de ingenieros y arquitectos, como Hermosilla, Sabatini, Villanueva o Ventura Rodríguez, junto a los de la primera gran generación de científicos modernos españoles.
Una época determinante de nuestra historia en la que brillaron los pinceles de Goya y la pluma de Moratín. Una época que se afanó en la búsqueda del progreso y la modernización de España.
El Paseo del Prado es, actualmente, un lugar de paso rápido, sin embargo merece la pena detenerse a escuchar su historia y tomar buena nota de su legado.
Un espacio urbano del tal ejemplaridad de aquella cultura que transformó Europa, que ha logrado la condición de Patrimonio de la Humanidad.
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Javier Giner (propietario verificado) –
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